El jorobado de Notre Dame
Notre Dame, la catedral de París, guardaba muchos secretos hace muchos años. Entre ellos, que habitaba Quasimodo, más parecido a monstruo que a hombre. Y la maldad de los hombres lo condenaron a vivir escondido, allí, bajo el sobrenombre de El Jorobado de Notredame.
Quasimodo era muy bueno, su alma era limpia. Había vivido en Notre Dame, pero un día festivo en París decidió salir a explorar. Era el día del Festival del Bufón.
El pobre jorobado conoció a la bella Esmeralda y también a Febo, capitán de soldados. Quasimodo se sentía aceptado. Tanto que se le premió en el Festival del Bufón por ser el feo más simpático y amable del lugar.
Frollo estaba consumido por la rabia. Se había enterado de la huida del jorobado y de cómo se había integrado entre la gente.
Tan enfadado estaba que urdió un plan, encarcelar a Esmeralda y Febo y atar en el campanario de la torre de Notre Dame a Quasimodo. Frollo estaba rabioso porque el jorobado se había saltado las normas de un amo.
El pobre Quasimodo no entendía por qué Frollo estaba tan enfadado con él. Sentía rabia e impotencia, tanta que consiguió librarse de las cadenas gracias a sus fuertes brazos. Después, buscó y liberó a sus amigos ya que el sentido de la justicia y la amistad en aquel ser deforme, prevalecía por encima de todo.
Y así fue como, tras liberar a la bella Esmeralda y a Febo, Quasimodo pasó a ser considerado como un héroe en la ciudad de París.