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El sastrecillo valiente 2

13 febrero, 2014

el-sastrecillo-valiente—¡Acaba con el unicornio que espanta a los campesinos y te daré la mitad del reino, la mano de mi hija y cuantas riquezas desees! El sastrecillo, pensó que un simple unicornio no sería ningún obstáculo para él, que había matado a siete de un golpe y luego a dos gigantes. Así que, más contento que unas pascuas, salió hacia el bosque.

Esta vez, el peligro le llegó de repente y casi logra sorprenderle; el unicornio apareció tras unos matorrales y embistió al sastrecillo. La agilidad de nuestro personaje le salvó. Esperó la cornada terrible del animal, se movió hacia un lado y el unicornio clavó su asta en el tronco de un pino. —¿Tenías prisa, amiguito? —dijo el sastrecillo, cortando el grueso cuerno con un certero golpe de hacha. Y con su trofeo en las manos, regresó a palacio.

El rey no podía demorar por más tiempo llevar a cabo su promesa. Y se daba el caso de que a pesar de los servicios que le había prestado el sastrecillo, no veía con buenos ojos que su hija se casara con un hombre de baja condición. —De momento, vivirás en las dependencias de la izquierda —dijo el rey, mientras tramaba algo—. Esto sólo será hasta que preparemos los festejos de tu boda con la princesa. El sastrecillo, ignorante de la treta que sin duda estaría preparándole el rey, aceptó y se trasladó a su nueva vivienda. El rey, mientras, ordenó a un grupo de personas de su confianza que aquella misma noche acudiesen al dormitorio del sastrecillo y le mataran. Con lo que no podía contar era que la princesa, su hija, se hubiese enamorado perdidamente del sastrecillo y, estando enterada de la trampa que le tendían, corriese a avisarle.

—¡Debes huir, ahora que todavía estás a tiempo! —rogó la princesa. Y le contó lo que ocúifriría aquella noche. —¡Alguien que mató siete de un golpe no huye cobardemente! —respondió el animoso sastjecillo—. Además, sabiendo que me amáis, muc|ho menos puedo abandonaros…

Pasaron las horas y llegó la noche. El sastrecillo ya tenía preparado un plan para replicar a los asesinos adecuadmente. Así que se apostó cerca de la puerta de su dormitorio, aguardando la llegada de los hombres del rey.

De pronto, sonaron pasos por el corredor. Cuando el sastrecillo estuvo seguro de que sus enemigos podían oírle, gritó con todas sus fuerzas a través de la puerta: —¡Ah, qué poco se imagina esa pandilla de asesinos que los siete que maté de un golpe eran personas que me querían mal y fueron mandados por el padre de una doncella desairada! ¡Dentro de poco voy a repetir mi hazaña y será aquí mismo, en mi dormitorio! ¡Y luego, mataré también a quien les envía! Los asesinos echaron cuentas y vieron que eran siete. Tras esta comprobación, huyeron despavoridos, antes de tener que enfrentarse a una persona tan fuerte.

La boda entre el sastrecillo y la princesa se celebró pocos días después y ni el rey ni nadie pudo impedirlo. Y según cuentan las crónicas de la época, los nuevos monarcas reinaron con sabiduría y repartieron felicidad a todos sus subditos. ¡Por cierto!, en el salón del trono todavía se conserva el cinturón que le dio la fortuna al sastrecillo. Las letras se han borrado un poco por los años, pero se sigue leyendo con facilidad: SIETE DE UN GOLPE

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